Ya no se llama Faustino que se llama Volador



Postal de Puerto Naos. Lanzarote. Colección DRZ.

Como muchas manifestaciones tradicionales relacionadas con la mar y nuestra cultura costera, la relación entre aquellas actividades pesqueras o incluso comerciales como el cambullón, y la cultura autóctona -en este caso con la música-, se ha desvanecido lentamente a lo largo de los años.

Lanzarote, bastión de la cultura costera canaria, parece ser el origen de una de las más famosas coplas marineras que ha llegado hasta nuestros días, y aunque hoy en día el verso que más se conoce es la siguiente,

Ya no se llama Faustino que se llama Volador”
“qué repasó al correíllo con el foque y la mayor”

se ha interpretado y reproducido con múltiples variaciones a lo largo de los años, incluso cambiándole el nombre del barco, por ejemplo, por “Requinto”, (Guillermo Topham, La Voz de Lanzarote, 30 de enero de 1986), o por “Mosquito” (Luis García de Vegueta, La Provincia, 11 de abril de 1999).

La estrofa en cuestión nos habla de aquellos veleros canarios de principios del siglo XX, que se dedicaron a la pesca en la costa de África o al cabotaje y cuya estampa era habitual en los puertos y refugios del archipiélago. Nos transporta, de igual modo, a una época de competencia, aun cuando la actividad no fuera la misma, con los primeros barcos de vapor que se dedicaron al cabotaje, los correos o correillos.

La copla, al igual que otras de nuestra cultura tradicional, apunta a esa lucha entre lo tradicional y lo moderno, entre lo chico y lo grande, ensalzando las virtudes de nuestros veleros -y obviamente de los marineros que los manejaban-, que por aquel entonces, mediados del siglo XX, eran capaces de repasar, adelantar y ganar a los modernos barcos industriales, construidos en el extranjero y de grandes navieras, movidos con máquinas de vapor alimentadas con carbón.

La duda que surge de qué si fue el barco “Faustino”, el “Mosquito”, o el “Requinto”, el protagonista del cantar, queda resuelta a la vez que la creencia de que el término “Volador” era simplemente un apodo que hacía referencia a la velocidad, al "buen caminar" del barco.


En el artículo “La Gueldera”, Manuel Betancort Borges, (Lancelot, 24 de noviembre de 2000), incluía la lista mostrada de nombres de barcos lanzaroteños y sus respectivos motes. Jable. Hemeroteca Digital de la ULPGC.


Sin embargo, el “Faustino” sí se llamó oficialmente “Volador” como podemos apreciar en el asiento correspondiente del Registro de Buques de Las Palmas.


Asiento del “Faustino” o “Volador” en el Registro de Buques de Las Palmas de Gran Canaria.


Periódico “Falange” de 28 de septiembre de 1943. Jable. Hemeroteca Digital de la ULPGC.




Vídeo tomado el 17 de noviembre de 2018. Copla "Ya no se llama Faustino que se llama Volador". A la voz. Yaiza; a la púa, Aythami; guitarra 1, Kevin; guitarra 2, Tomás Santana; contra, Juan Miguel; timple, Rogelio. La segunda copla que se canta en el vídeo (a la voz, Gustavo) se basa, ligeramente modificada, en aquella que se muestra en el artículo de este blog "La Joven Manuela de Juan Marrero Medina", de fecha 18 de septiembre de 2018, estrofa escrita entre unos apuntes de navegación encontrados en una caja costera por Don Luis Moreno, en Lanzarote.

El "Faustino" fue construido en Las Palmas de Gran Canaria, a principios del siglo XX, en 1904. Su constructor fue Don Manuel Marqués González, afamado constructor y carpintero de ribera que también completó la "Bella Lucía", en 1881, uno de los iconos del patrimonio marítimo canario. Don Manuel también era el primer dueño de la embarcación que nos ocupa, que se matriculó con el folio 500 de la lista tercera (embarcaciones pesqueras) del Registro de Buques de Las Palmas.

Las dimensiones del velero eran las siguientes: 17.30 metros de eslora, 5.44 metros de puntal y 2.35 metros de puntal y estaba aparejado como goleta, es decir con dos mástiles con velas cangrejas y foques o velas de proa, siendo el mástil de proa, el "trinquete", menor que el de popa, el "mayor". La embarcación arqueaba 35.47 toneladas de registro bruto.

Era un barco muy similar y contemporáneo a la "Joven Manuela", protagonista de nuestro artículo de 18 de septiembre de 2018. 

De la historia del "Faustino" poco se sabe más allá de los incidentes que eran recogidos en la prensa local. En 1911 se ahogaba el marinero Fernando Santana, tripulante del pailebot, y en el puerto de Gallegos, en el término municipal de Barlovento, isla de La Palma, moría ahogado el patrón Juan Dávila García, natural de Agaete. 

El segundo accidente citado, que sucedía el 22 de diciembre de 1924, a las tres de la tarde, tuvo como causa el fuerte oleaje en la orilla, el temible mar de fondo, que alcanzó a una lancha, no sabemos si caletera, local del puerto, o la costera a bordo, propia de las labores pesqueras (*), que se dirigía al velero que estaba fondeado en las inmediaciones. La embarcación, cargada de papas y tripulada por ocho marineros, entre ellos el patrón, volcó debido al golpe de mar arrojando al agua a todos los tripulantes. El patrón desapareció y fue encontrado dos días después en las inmediaciones.

Sin duda el incidente más relevante protagonizado por nuestra embarcación y que tuvo una mayor repercusión en la prensa de las islas ocurrió en 1927. En el mes de julio el pailebot se encontraba pescando al sur de Cabo Blanco, en el Banco de Arguin. 

El periódico Diario de las Palmas de 23 de julio de 1927 relataba de este modo los hechos, extractados de una carta del maquinista Tiburcio Garrido Miranda (**), fechada el 14 de julio de 1927 (la embarcación había instalado un pequeño motor auxiliar de bencina por aquel entonces).

“A partir del 12 de junio que abandonaron el puerto de Etienne con rumbo a los bancos mencionados, y con el fin de dedicarse a la pesca, en donde se estacionaron hasta el día 24. A la una y media salió una lancha a recoger el pescado en dos redes que tenían tendidas tripulada por los marineros Juan Brito, Antonio Rodríguez, y Ricardo Macias, hijo, con dos moros. El día estaba espléndido. La mencionada barca aunque alejada, permaneció a la vista del Faustino unas dos horas, por lo que la tripulación del pailebot se mostraba contenta, creyendo harían buena pesca. Transcurrido algún tiempo, se notó que la lancha no aparecía, y temiéndose hubiera ocurrido una desgracia, el Faustino, se acercó a la costa, todo cuanto pudo, sin conseguir encontrar rastró alguno. Ante ello, y durante la noche, la tripulación se dedicó a confeccionar una balsa con los bidones de a bordo y la trinchera del motor, balsa que al día siguiente fue lanzada al agua ocupada por el motorista señor Garrido Miranda, quién en larga busca por los acantilados de la costa, no halló rastro alguno. En tierra permaneció 34 horas, sin poder regresar al barco, por el fuerte viento reinante, transcurridas las cuales, y después da haber pasado hambre y sed pudo incorporarse al resto de la tripulación. El 27 salieron para Agüera y durante los días 28, 29 y 30 continuaron navegando sin ningún contratiempo hasta que el día 1 sopló con mucha fuerza el N. O. por lo que para capear el temporal prepararon el barco para aguantarse proa al mar. La noche del 1 al 2 fue tremenda y al amanecer el siguiente en que amainó un poco el temporal, se procedió a amurar por babor el barco para no alejarlo mucho de la costa. Don José del Río, fue a ayudar a esta maniobra colocándose en la botavara y en el momento de hacerlo, sobrevino un fuerte golpe de mar que lo arrastró al agua, después de haber recibido un fuerte golpe en el pecho de la botavara. A los gritos de auxilio, acudieron presurosos a salvarlo lanzándote bidones y todo cuanto encontraban a bordo, mas todo fue inútil porque el mal estado del mar alejaba al barco del lugar en que se encontraba. Sobre cubierta, pues, quedaron solamente los marineros Antonio Borges, Ricardo Macías, padre, Manuel Torres, que se encontraba enfermo y el maquinista Sr. Miranda. Apenados por la pérdida de sus compañeros acordaron acercarse a la bahía de San Luis, con el presentimiento de que los que marcharon tripulando la barca, hubieran sido hechos prisioneros por los moros, ya que la distancia que les separaba de la costa de África sería escasamente la de 100 metros y no se ha encontrado rastro alguno de la barca por aquellas inmediaciones. A la mencionada bahía llegaron el día 8 no pudiendo entrar en Puerto hasta el 11 por el mal estado de la barra. Cuando llegaron a San Luis carecían de toda clase de víveres y se encontraban extenuados siendo socorridos desde Dakar por D. Pedro Lozano, a quien se dirigieron por telefóno, en demanda de socorro.”

Las informaciones en la prensa, que en un primer momento daban por perdida a la lancha y sus tripulantes por el supuesto mal tiempo y que posteriormente, al extenderse el rumor de que la misma había llegado a tierra, esperanzaron a los familiares al estimarse que los náufragos podrían estar sanos y salvos, se toparon con la desgraciada realidad,-ya augurada en la carta de Tiburcio: los tripulantes desembarcaron en tierra y cuando caminaban para llegar La Güera rodeando el golfo de Arguin fueron interceptados por miembros de una cábila local, que los asesinaron antes de llegar a su destino.

El suceso tuvo repercusión nacional y la Armada enviaría meses después un cañonero a la zona. El cuerpo de Don José del Rio Monzón, patrón de la embarcación y que la había arrendado junto a otras personas (el "Faustino" era propiedad de Don Manuel Ley y Gracia), nunca se encontró. 


En el centro de la imagen Don Tiburcio Garrido Miranda, maquinista del "Faustino" en 1927, junto con miembros de la tripulación del remolcador "Ricardo". Colección Juan Garrido López.

El velero pasó a la propiedad de Otilia Franchi Feo y engrosó la númerosa flota pesquera de Lanzarote con el nombre de “Volador”, originando en sus últimos años de vida pesquera el cantar que centra el presente artículo.
La goleta "Volador", ex ”Faustino”, terminó sus días en "La Charca" de Port Etienne, dentro de la Bahía del Galgo, Mauritania.

Daniel Rodríguez Zaragoza. 18.11.18. 

Notas.

(*)Aunque la embarcación constaba como pesquera y no se tiene constancia de cambios administrativos de lista y/o actividad, no era raro que los barcos alternaran las faenas pesqueras en la Costa con algún tráfico de cabotaje, puntual, sobre todo en los meses de invierno. También consta en la prensa que el Faustino llevaba carga general a Arrecife.

(**) Padre del conocido capitán y práctico de Las Palmas de Gran Canaria. Juan Garrido López. (DEP).


Agradecimientos.

A Mario Suárez y Fredy Tabares por centrarme en este asunto.

A Luis Moreno por su aportación al conocimiento de la pesca en la Costa de África. 

A Gustavo Díaz Miranda por el estupendo vídeo.

Bibliografía.

Archivos de la Capitanía Marítima en Las Palmas.

Jable. Hemeroteca Digital de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.






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