El caraportal, un hombre y su balandra.
La "Ora et Labora" navegando a vela. 2018. Foto de Daniel Rodríguez Zaragoza.
La balandra.
En la región de Finkenwerder, cerca de
Hamburgo, en el norte de Alemania, nace la historia marinera de la balandra que
centra este artículo. Al final del siglo XIX o a principios del XX se construyó
la embarcación -coincidiendo con el auge de las balandras canarias-, y se
bautizó con el nombre de “Ora et Labora”, un premonitorio nombre para una embarcación
que ha estado activa durante más de 100 años. La fecha de construcción exacta
varía según las fuentes, entre 1887 y 1904, y probablemente se fabricó en los
astilleros Kremer Werft en Elmshorn.
Su matrícula inicial era LL 420. Como
buque de pesca tuvo varios dueños y su nombre pasó a ser el de “Kormoran” en
1937, con una nueva matrícula, BÜS 107, convirtiéndose, como muchos otros
veleros, en motopesquero, al incorporársele un motor intraborda y reducírsele
la arboladura. Después de varios cambios de dueño, en 1979 retoma su nombre
original y se transforma en embarcación para uso recreacional, su nueva
matrícula sería SSR 1710.
La embarcación llegó a las islas aparejada de
“ketch”, o lo que es lo mismo, el palo de proa era más grande que el de popa y
velas cangrejas, exactamente igual que las balandras que pescaban en la costa
de África hasta bien entrados los años 50 de la pasada centuria. Se puede
afirmar qué salvo ligeras diferencias, el casco de la “Ora et Labora” refleja
una similitud manifiesta, en sus formas, modo de construcción y aparejo, con
aquellas embarcaciones que se construían en las islas, surcaban nuestras aguas,
visitaban nuestras costas y se dedicaban a la pesca en la primera mitad del
siglo XX. https://historischer-hafen.de.
Entre los años 1981 y 1982 fue restaurada de
nuevo, cuando su estado era más propicio para el desguace que para la
navegación y es aparejada de nuevo como balandra (ketch) con aparejo de velas
cangrejas para utilizar las mismas como medio principal de propulsión. A partir
de 1983 se ofrece en el mercado del “charter” o alquiler, y poco después pasa a
Baleares donde cambia de propietarios.
Ya es en la década de los 90 del siglo pasado
cuando aparece por las Islas Canarias, más concretamente en las aguas de Playa
Blanca, Lanzarote, lugar donde ha sufrido múltiples peripecias, superando la
embarcación el abandono, habiendo sido pasto de las llamas y sobreviviendo a un
fuerte golpe que le destrozó una aleta debido a la deriva de un ferry durante
un temporal.
Ramón Martín Umpiérrez sustituyendo ligazones de las cuadernas
quemadas por el incendio, iniciando la restauración de la embarcación. Fecha
sin determinar. Foto cortesía Ramón Martín Umpierrez (DEP).
Las incansables gestiones y el trabajo de un
hombre, Ramón Martín Umpiérrez, propietario de la embarcación en aguas
canarias, consiguió que finalmente se pudiera completar una nueva restauración
de la balandra y dejarla en sus condiciones actuales, en impecable estado y
adaptada para el uso profesional o comercial con pasajeros, pero sin perder la
esencia de una embarcación tradicional, como aquellos barcos pesqueros que iban
a la Costa de África.
La balandra en
aguas de Playa Blanca. 2018. Fotos
de Daniel Rodríguez Zaragoza.
El hombre.
Ramón Martín Umpiérrez, conocido por “Monso”,
se crío en la mar, embarcó siendo muy joven (como muchos otros adolescentes o niños “costeros” que desde edad temprana aprendieron los rigores y la dureza de
la vida en la mar y para la pesca) en la “Pinito”, balandra con motor
matriculada en Las Palmas con el folio 1787 de la tercera lista. La embarcación
se dedicaba principalmente a la pesca con liña y con nasa entre nuestro
archipiélago y la cercana costa africana, Monso conoció en aquellos años, de
primera mano, el día a día de las faenas pesqueras.
Arriba: Cédula de Inscripción Marítima de un joven
Ramón. Cortesía Ramón Martín Umpierrez (DEP). Abajo: enrole de Ramón en la “Pinito”,
1972. Archivos de la Capitanía Marítima en Las Palmas.
Desde su juventud Monso entabló una íntima
relación con la mar, nexo que duró toda su vida, fue poco a poco aprendiendo y
formándose en múltiples disciplinas.
Requerido legalmente, presta el Servicio
Militar como carpintero de ribera, y posteriormente, ya asentado con su familia
en Playa Blanca, Lanzarote, construye barquillos de regatas de 5 y 8.55 metros
de eslora, constituyéndose a finales del siglo XX en el “alma mater” de la vela
latina en el sur de la isla, siendo sus habilidades en la navegación a vela bien
conocidas entre los regatistas de la zona.
Arriba: Ramón patroneando el barquillo de 8.55 metros que él mismo construyó, el “Libertad”. Abajo: En su faceta de constructor de
embarcaciones, trabajando en barquillos de regatas: Fechas sin determinar. Fotos cortesía
Ramón Martín Umpierrez (DEP).
Fue artesano reconocido por el Cabildo
Insular como carpintero de ribera y la sensibilidad y la perfección de las
piezas que de un modo diestro modeló entre sus manos fue reconocida ampliamente
y se puede apreciar en la ejecución de múltiples detalles que encontramos en
la que fue su querida balandra.
Interior de la balandra “Ora et Labora”,
convertida por Ramón Martín Umpiérrez en barco museo. 2018. Daniel Rodríguez
Zaragoza.
El caraportal.
Ramón atesoraba múltiples conocimientos de la
mar y de la pesca artesanal, tal y como se practicaba en aguas africanas por
los marineros isleños, siendo testigo del fin de la navegación a vela y del
comienzo del uso extensivo del motor como medio principal de propulsión de las
embarcaciones canarias.
La balandra ha sido reconstruida en profundidad hasta conseguir llevarla
al estado actual como embarcación plenamente operativa, los trabajos fueron
terminados en 2016, adaptándose para el transporte de pasajeros en 2018. 2015. Fotos.
Daniel Rodríguez Zaragoza.
En la última distendida charla que tuve con Monso
en su barco museo, acompañada con un buen vino de Lanzarote, hablamos de la embarcación
“Añaza” y del “caraportal”, de la importancia que los barcos correo, como la
balandra, tuvieron en la historia de Arrecife y sus gentes. En aquella ocasión
lo grabé, y me arrepentí de no haberlo hecho en muchos otros encuentros que
tuvimos en los últimos años, en los que departimos de variados asuntos
“costeros”. Ramón me lo explicaba de la siguiente manera:
“El caraportal es lo que los marineros fuera
de horas de trabajo podían pescar digamos las huevas de la corvina, los
cachetes de la chopa negra, los tollos, los congrios, por ejemplo, en el barco
de mi padre eran congrios y morena. El salado antiguamente era más de huevas,
las huevas en vez de tirarlas al agua, las prensaban con aceite, a la chopa la
cabeza en vez de tirarla al agua le quitaban el cachete y lo salaban, los
tollos, eran una cantidad de tollos y los arreglaban y lo secaban, era lo que
la Añaza traía para arriba para que las familias pudieran seguir viviendo un
par de meses más hasta que el barco donde estaban llegasen.”
Para continuar:
“Eso era, ya te digo, cuando arreglaban mucha
cantidad de pescado, las corvinas, pues la gente, algunos, no todos, cogían las
huevas, las huevas grandes claro está, las prensaban, y después las cuidaban
todos los días, estaban un montón de días cuidándolas, con un poquito de
aceite, llevaban su aceite y todo, en el barco los marineros, tampoco se podía
tocar el aceite del barco, y entonces
iban con un algodoncito, un trocito, la untaban por un lado, la untaban por
otro, le daban la vuelta para que se secara por un lado, se secara por otro, y
la ponían en una prensa con peso encima para que se escachara, y el cachete de
la chopa, pues más de lo mismo, las cabezas en vez de tirarlas al agua porque
se abrían como si fuera lo que es el bacalao, sabes, al centro, …, entonces el
cachete, lo que es el cachete del pescado de la cabeza, con la punta del
cuchillo se le sacaba y eso se salaba, era un exquisitez de mucho cuidado,
aparte del trabajo que lleva, del cuidado, era algo apreciado por todo el mundo
y los tollos pues algunos, en la corvina pues siempre venía algún tollo
enredado o cuando iban también a los tollos, porque los barcos iban a la
corvina y a los tollos, pues una cantidad de tollos para la gente, y entonces
la Añaza por ejemplo se dedicaba a eso, traer los tollos pa’rriba, las huevas,
las cartas de los marineros para la familia, como estaban allá abajo seis
meses, un año, pues no comían hasta que
no llegara dicho caraportal, las familias en Arrecife, por eso era la
importancia de ese barco cuando venía a Arrecife, bullía Arrecife, dice el
libro, bullía Arrecife de alegría, lógicamente”
El libro al que se refería Ramón no era otro
que el denominado “Barquilleros y Roncotes, La odisea atlántica de los
pescadores de Lanzarote”, escrito por Antonio Félix Martín Hormiga. En esa
imprescindible publicación, otros muchos aspectos del trabajo de los marineros,
“roncotes”, se aborda la existencia de los barcos “correo”, como la “Añaza”: “También
se llamaban “correos” a los barcos que estaban destinados a transportar el
pescado a las islas, al mismo tiempo que traían la sal y el agua y,
ocasionalmente, algunos víveres enviados por las familias junto con los que
enviaban las factorías. Una vez las cartas en manos de los destinatarios,
Arrecife bullía, se visitaban las familias para decir las nuevas e
intercambiaban las noticias, darse los saludos que se enviaban”
Respecto al origen de la palabra
“caraportal”, la única referencia en diccionarios que he podido encontrar está
incluida en el libro de Marcial Morera, “El Español Tradicional de
Fuerteventura”, con la siguiente acepción para caraportal: “porción de pesca
que se reparten los pescadores de una falúa o nevero, sin que entre en parte el
armador. Generalmente, esta pesca la hacen los pescadores de noche o fuera de
horas de trabajo y consiste en pescado como congrios, morenas, etc., y
raramente pesado blanco”. En la publicación no se hace referencia al origen
de la palabra.
Manuel Betancor Borges apunta el posible
origen de la palabra, en el número 570 de la revista Lancelot: “Mientras
elaboraban las corvinas, algunos tripulantes guardaron aparte varias espinas
centrales con carne adherida a ellas y una docena de cabezas. Las primeras se
lavaban en salmuera tendiéndose al sol igual que las jareas, a las segundas les
sacaban las lenguas. los dos cachetes y los pechos (extremos de la barriga,
limpios de espinas). Al conjunto de unas y otros lo llamaban “caraportal” (por
deform. casa portar); consistían en unos envoltorios hechos de lonas viejas o
sacos usados, rotulados y bien cocidos, “bebillos”, que enviaban a sus
familiares.”
De la importancia del “caraportal” da fe José Antonio García Déniz en el pregón de las fiestas
de Arrecife de 2002: “Éramos
chicos y todavía no apreciábamos la solidaridad marinera frente a la necesidad
y los años malos, cuando nos mandaban a casa de los familiares y de las vecinas
a llevar unas pocas espinas y aletones salados, o un poco de la caraportal para
ayudar a pasar la temporada”. La Voz, 10 de agosto de 2002.
Reconocidos profesionales de la carpintería
de ribera de Lanzarote como Miguel Rodríguez (arriba) y Acaymo González (abajo,
de Sucesores de Evaristo González Hernández S.C.P.) han colaborado en el
proyecto de restauración de la balandra “Ora et Labora”. 2015. Fotos. Daniel Rodríguez
Zaragoza.
Ramón se nos fue, pero su legado queda ahí,
convirtió su balandra, su querida embarcación, en un museo vivo, en un
necesario lugar de encuentro, en un reducto donde recordar y no olvidarnos de
nuestro pasado, en definitiva, en un espacio a proteger y a conservar para que
las familias de Lanzarote y de otras islas lo puedan visitar y en las que las
madres y padres puedan recordar a sus hijos a qué se dedicaban sus abuelos o
bisabuelos.
Luchemos por un sueño, luchemos para que la
balandra de Ramón no caiga en el olvido y en el abandono, luchemos por la memoria
de lo nuestro.
Descansa en Paz Ramón.
La embarcación en su atraque, en 2018. Foto: Daniel Rodríguez Zaragoza.
Daniel Rodríguez Zaragoza
5 de julio de 2019.
Bibliografía:
“Barquilleros y Roncotes, La odisea atlántica
de los pescadores de Lanzarote”, Antonio Félix Martín Hormiga, Ediciones Idea,
1995. ISBN 84-89105-03-0.
“El Español Tradicional de Fuerteventura”.
Marcial Morera Pérez. Centro de la Cultura Popular Canaria. 1994. ISBN
84-7926-146-3.
“Lancelot”, número 570, 4 de junio de 1994.
Página 17. “Aquellos tiempos. Corea”. Manuel Betancor Borges.
“La Voz”, 10 de agosto de 2002. Página 28. Jable. Hemeroteca digital de la Universidad
de Las Palmas de Gran Canaria.
Archivos de la Capitanía Marítima en Las
Palmas.
Como tripulante del patache Joaquín Vieta, construido en 1916 y que sigue navegando con el mismo nombre en las rías gallegas con base en el puerto O Freixo, ría de Noia - Muros, os deseo lo mejor, y que los vientos os sean propicios.
ResponderEliminarMuchas gracias, un abrazo!
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