Un veterano “benjamín”, el remolcador “Nublo”.


Corría el año 1973 y una recién creada Compañía Canaria de Remolques apostó por la creación de una flota de remolcadores sin precedentes entre los armadores que operaban en el Puerto de La Luz. Se encargaron tres barcos de nueva construcción. Las embarcaciones se pidieron a la gallega Factoría Vulcano, creada por Enrique Lorenzo en 1919, astilleros de reconocido prestigio en la década de los 70.

Los remolcadores se llamarían el “Nublo”, el “Arucas” y el “Gran Canaria”. El primero en llegar al puerto capitalino fue el más pequeño de los tres, el “Nublo” que arribaría al Puerto de La Luz en agosto del año citado.


El “Nublo” realizando las pruebas de mar en la ría de Vigo. Foto de la colección Juan Garrido López.


Después de meses de construir el casco del remolcador y su caseta, era botado el remolcador para proceder a su armamento, siendo su construcción supervisada en todo momento por técnicos de la Compañía Canaria de Remolques.



Botadura del “Nublo” en la grada de la Factoría Vulcano. El remolcador era la construcción 368 del astillero vigués. Foto de la colección Juan Garrido López.

La Compañía Canaria de Remolques había confiado a la prestigiosa firma de ingenieros navales ingleses Burness, Corlett and Partners el diseño de los tres barcos. A finales de la década de los 50 los diseñadores ingleses inventaron un nuevo concepto de casco especialmente recomendable para remolcadores, con formas hidrocónicas, diseño que pronto tuvo gran aceptación entre los clientes. 


El “Nublo” varado en un momento de su vida marinera, se observan las formas hidrocónicas y el codillo del costado o superior. Foto de la colección Juan Garrido López.

La construcción hidrocónica reducía sustancialmente los costes de construcción de las carenas, al ser conformados por planchas prácticamente planas limitadas por codillos, por ángulos. Los cascos por este motivo eran mucho más fáciles de ejecutar que los equivalentes de pantoque redondo, con más curvas que fabricar y ajustar. 

Las formas hidrocónicas también se diseñaron para facilitar y hacer más suave el tránsito del agua durante el avance del barco sobre todo por el fondo de la embarcación, - tal y como, por ejemplo, explicaba la revista “New Scientist” del 9 de octubre de 1958-, canalizando el flujo líquido de proa hacía el fondo, más que a los costados y disponiendo de una popa prácticamente plana y con una pendiente suave. La eficiencia propulsiva se mejoraba, adicionalmente, al disponerse de una tobera que canalizaba el flujo alrededor de la hélice.



Escala reducida del plano de formas del remolcador “Nublo” con sus formas hidrocónicas, colección Daniel Rodríguez Zaragoza.



Hélice de cuatro palas fijas en tobera del remolcador “Nublo”. Foto de la colección Juan Garrido López.

La firma canaria envió a Vigo a su personal técnico para verificar que la construcción y el armamento del “Nublo” se ejecutaba de acuerdo con los estándares previstos. No pocas modificaciones se indicaron durante el armamento, mejorando sin duda aspectos técnicos y detalles necesarios para la correcta operativa posterior de la embarcación.


Operarios alrededor de la escotilla de la bodega durante la fase de armamento del remolcador. Foto de la colección Juan Garrido López.


El “Nublo” en el muelle de armamento de las Factorías Vulcano. Foto de la colección Juan Garrido López.


Modificaciones propuestas para mejorar la cubierta a popa del gancho de remolque con vistas a la operativa futura. Foto de la colección Juan Garrido López.


Vista del “Arucas” en la grada desde el “Nublo”, atracado en el muelle de armamento de las Factorías Vulcano, en Vigo. Foto de la colección Juan Garrido López.

La propia Compañía Canaria de Remolques, del grupo Miller, definía posteriormente el remolcador “Nublo” en los siguientes términos “Aunque este remolcador es el más pequeño de nuestra flota, fue construido para atender la mayor parte del tráfico portuario, el cual comprende todos los movimientos de buques pequeños y, principalmente, las maniobras de pesqueros de arrastre dentro del puerto interior, donde remolcadores más grandes no podrían entrar debido a la sonda del lugar”


El “Nublo” asistiendo a un mercante en el Puerto de La Luz. Foto de la colección Juan Garrido López.

El remolcador fue clasificado por el Lloyd’s Register con la cota 100 A1 Tug + LMC siendo sus dimensiones las siguientes:

Eslora total: 23.25 metros.

Eslora entre perpendiculares: 21.07 metros.

Manga: 6.71 metros.

Puntal: 4.00 metros.

Calado en máxima carga: 2.95 metros.

El “Nublo” estaba motorizado con un Caterpillar de 850 caballos de potencia continua a 1225 revoluciones por minuto y su tiro a punto fijo era de 14 toneladas.

Disponía de un gancho de remolque sobre carril semicircular, disparo desde el puente y de una maquinilla en popa para recuperar la línea de remolque, además del molinete de proa.


La maquinilla de popa durante la fase de armamento del “Nublo”, en Vigo. Foto de la colección Juan Garrido López.

La actividad del “Nublo” durante aquellos primeros años no se limitó a las labores de asistencia en el puerto interior, durante las emergencias actuaba junto los remolcadores que tenían sistema contraincendios apartando a otros buques para evitar la propagación del fuego o aguantando al siniestrado.

En marzo de 1975, por ejemplo, asistió a otros remolcadores en la emergencia debida al incendio del pesquero cubano “Bahía Honda”. En 1977 realizó asistencia durante la colisión del “Antonio Armas” dentro del Puerto de La Luz y el incendio del “Medina Tanya”; en 1979 también al producirse un incendio en el pesquero “Dae Wang – 202. 

Colaboró para que no se hundiera el correillo “Leon y Castillo” en 1981, debido a una vía de agua cuando se encontraba en el EN3. En 1982 trabajó intensamente durante el incendio del “Habbaba” y en 1985 separó a otros pesqueros del incendiado pesquero marroquí “Al Motawakil” antes que se sacara del puerto. En los años 1986 y 1987 actuó durante un accidente laboral en el “Tamarán" y por el hundimiento del remolcador del “Capero Chico”, y en 1990 asistió en el incendio y hundimiento del “Assaba I” sacando inicialmente el pesquero fuera del puerto. 

Sin duda una larga lista de asistencias y de trabajos portuarios de toda índole realizados con éxito, un gran trabajo de los profesionales que integraban sus tripulaciones, patrones, maquinistas, engrasadores y marineros anónimos que contribuyeron de modo indiscutible en la intachable vida marinera del "benjamín" de la flota de la Compañía Canaria de Remolques.


1975, incendio del pesquero cubano “Bahía Honda”. El remolcador “Nublo” a la derecha. Foto de la colección Juan Garrido López.

En 1994 pasaría a la flota de Boluda, tras la adquisición del Grupo Miller por parte de esta, incluida la Compañía Canaria de Remolques.

En la actualidad se debate su futuro dada su aparente obsolescencia para el servicio portuario. Tras una primera iniciativa para su ubicación en una rotonda del entorno del Puerto de la Luz, dicha propuesta se desechó por su excesivo tamaño, lo cual podría afectar a una correcta visibilidad en la vía.

Estando operativo y con su certificación en vigor hasta esos últimos años, deseamos una nueva vida para un remolcador que sin duda ya forma parte de la historia reciente del Puerto de La Luz, una alternativa que lo salve del desguace.

Daniel Rodríguez Zaragoza. 30 de enero de 2020.


El “Nublo”, testigo de la llegada del Jetfoil a Las Palmas, como de muchos otros acontecimientos portuarios. La Provincia. 25 de julio de 1980. Jable. Hemeroteca Digital de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.


Perfil del plano de disposición general del “Nublo”. Colección Daniel Rodríguez Zaragoza.

Bibliografía.

Jable. Hemeroteca Digital de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

Colección Juan Garrido López.

Colección propia.

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