Así empezó todo. 1.- Los botes de vela latina canaria.
El rotativo “El Eco de Canarias” de 3 de diciembre de
1965, recoge una entrevista al afamado regatista Antonio, “Tony”, Arias Megías,
en la que, entre otros temas, narra lo siguiente: “…Según
tengo entendido habían unos maestros carpinteros que por entretenimiento de los
domingos cada uno se construyó un bote (de vela latina), los cuales tenían 5.50 metros de eslora…”,
y “…El deporte de los botes se comenzó en
Las Palmas en el año 1890 cuando maestro Nicolás González construyó el
“Marino”, su hermano maestro Pancho González “El Canario” y un tercer bote
construido por maestro Pepe Acosta…”.
http://jable.ulpgc.es/jable/. Artículo de Tony Arias. " El Eco de Canarias". 3 de diciembre de 1965.
Tirando del hilo, siguiendo la pista en el Registro
de Buques de Las Palmas, la primera embarcación que figura como realizada
estrictamente para el recreo en la lista cuarta del Registro de buques de Las
Palmas, - a excepción del folio número 1 de la lista que se reservó para la
embarcación denominada “Alejandro”, que era un “yate con orza y aparejo de balandra”, cuyo propietario y supuesto
constructor, en el año 1877, era Don Pedro del Castillo y Westerling, “cuando desempeñaba su cargo de Comandante
de Marina de esta Provincia”, según reza textualmente la hoja de asiento
correspondiente -, fue la que figura en el folio 14, se construyó en 1866, y era
un bote, que se llamaba, curiosamente, “Eolo” . Fue construido por el
carpintero de ribera Don Antonio Herrera. Era propiedad de Don Luis Acosta y
Don Francisco González y apenas media 15 pies de eslora (aproximadamente 4.20
metros). Es muy probable que se tratara de una embarcación a vela, a la vista
de su nombre, siendo el aparejo más utilizado en nuestras aguas, aparte del
de balandro que nombramos anteriomente, la vela latina, que ya se usaba por
aquel entonces en los barquitos de pesca.
En 1872 se matricularía una embarcación, un bote
denominado “Neptuno”, de 5.45 metros de eslora, 1.80 metros de manga y 0.70
metros de puntal. La construyó el carpintero de ribera Don Antonio Pérez Ruiz
siendo su dueño Don Domingo Solís Henríquez. En el año 1874, el mismo Domingo
Solís Henríquez realizó, junto a un socio, un nuevo bote, el “Cristóbal Colón”.
Las dimensiones eran muy parecidas al bote citado anteriormente, 5.55 metros de
eslora, 1.81 metros de manga, 0.59 metros de puntal, y además se hicieron dos
embarcaciones iguales, el carpintero de ribera que hizo la gemela fue Don
Agustín Márquez Alemán. El carpintero Don Francisco “Pancho” González
construiría un nuevo bote de recreo aquel año. Desde luego la existencia de varios botes de
esloras similares y con una eslora aproximada de cinco metros y medio avala la primera
afirmación de Tony Arias. “…Según tengo
entendido habían unos maestros carpinteros que por entretenimiento de los
domingos cada uno se construyó un bote (de vela latina), los cuales tenían 5.50 metros de eslora…”,
En 1876 Don Domingo Solís Henríquez vuelve a encargar
un nuevo bote, esta vez más grande, de 5.98 metros de eslora, 2 metros de manga
y 0.74 metros de puntal, realizándolo de nuevo Don Antonio Pérez Ruiz. Le
suceden dos embarcaciones ejecutadas en 1876, el “Canario”, de 5.90 metros de
eslora, 1.88 metros de manga y 0.74 metros de puntal, realizado y propiedad del
carpintero de ribera Don Agustín Márquez Alemán (aparece por segunda vez), entre
otros, y el “Marino”, de 6.15 metros de eslora, 1.94 metros de manga y 0.71
metros de puntal, construido por Don Nicolás González y Don Camilo Miranda (dos
afamados carpinteros de ribera de la época). Domingo Solís Henríquez pasaría a
ser dueño de una parte del bote en 1878. De este modo tenemos las dos
embarcaciones que citó expresamente Tony en su artículo.
Del examen de la lista cuarta del Registro de Buques
el único bote posible que encajaba con la afirmación de Tony Arias “…y un tercer bote construido por maestro Pepe
Acosta…”, de las dimensiones buscadas, fue el llamado “Joven Agustín”, que
tenía el folio 75, fue fabricado en 1886 y medía 5.89 metros de eslora, 1.98
metros de manga y 0.58 metros de puntal. Era una embarcación que a la vista de
sus proporciones, similares a las del “Marino” y del “Canario” (aunque el
puntal es menor) se tenía que dedicar, necesariamente, a la navegación a vela. El
dueño era Don Antonio Rodríguez Hernández. Esta embarcación se citaría en la
prensa posteriormente como participante en regatas a principios del siglo XX.
Como conclusión se puede afirmar, y a la vista de lo
desarrollado, que desde 1866 se construyeron botes a vela exclusivamente para el
recreo, embarcaciones que casi con total seguridad se aparejaron con vela
latina, creándose un círculo de personas que regateaban, competían de modo
informal entre ellas, y que formaban los propios carpinteros y aficionados como
Don Domingo Solís Henríquez.
En el año 1866 el Puerto de La Luz estaba en
construcción y la obra portuaria avanzaba con más pena que gloria. La mayoría
de los carpinteros de ribera seguían radicados en las inmediaciones del Muelle
de Las Palmas. Siendo la base de las embarcaciones de recreo dicho Muelle, las
regatas se celebrarían en el litoral adyacente, navegando en cualquier rumbo y
sin un recorrido estable. Al igual que en Europa y América del Norte, donde el
“Yachting” se había establecido desde mediados del siglo XIX como deporte de
moda entre la nobleza y la burguesía acomodada, en Las Palmas la versión
“canaria” de aquellas prácticas deportivas estaba protagonizada, principalmente,
por los carpinteros de ribera, personas que tenían una condición social
relevante en la época y que además vivían y disfrutaban su trabajo. La
competición empezaba en el picadero, se tenía que demostrar qué maestro trazaba
las líneas de los cascos más rápidas y continuas. Curiosamente aquellos
carpinteros eligieron el bote, y no el barquillo, o barquito, como se decía en
Las Palmas a finales del siglo XIX, como patrón de diseño de sus embarcaciones.
Lo cierto es que, a la vista del Registro de Buques
de Las Palmas, los carpinteros de San Telmo construian principalmente
embarcaciones menores con espejo, lanchas (caleteras) fundamentalmente y botes
más pequeños cuando el Puerto de La Luz ya empezó a operar con un tráfico
creciente. De este modo surgió la integración que estaría detrás de la gran
diferencia de la embarcación de vela latina de Las Palmas en comparación con
las que navegan en las regatas en el resto del Archipiélago, la adaptación del
aparejo latino, usado en los barquitos de dos proas que se dedicaban a la
pesca, al bote de espejo (de popa plana). Habían nacido los botes de vela latina canaria. DRZ 04/05/2016.
Genial Daniel. Análisis lleno de datos objetivos y conclusiones cargadas de lógica, que suele ser lo que generalmente nos carga de razones. Felicidades y agradecimientos por tu dedicación.
ResponderEliminarGracias Víctor!
ResponderEliminarMuy buen artículo, Daniel, que viene a darme la razón técnica de que ya a finales del siglo XXI ya había botes de Vela Latina y que las primeras regatas oficiales se celebraron a finales de ese siglo, siendo la primera, documentada en 1876, aunque ya hubo un intento de realizar una regata en 1874 con motivo de las fiestas de San Pedro Mártir.
ResponderEliminarGracias Moisés!
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