El último cachucho.

“¡Un blanquizal! Allí, en ese Río, cuando íbamos en los meses de junio, julio, agosto y septiembre, nos levábamos por la mañana y, cuando mirabas tu para afuera, las velas de las embarcaciones eran como un blanquizal, como una ciudad flotante…!Las Palmas!. ¡Sí, sí, era una ciudad de velas! De Lanzarote había abajo más de cien cachuchos y un total de trescientos barcos, entre éstos, los pailebotes y balandras. “La mayoría de ellos está en el fondo, allí”.

Este texto del magnífico libro de Antonio Félix Martín Hormiga, “El Rabo del Ciclón”, describe la que, probablemente, sobre 1950, fue la última flota española, y quizás europea, de embarcaciones a vela dedicadas a un mismo fin, la pesca en aguas de la Costa de África y más en concreto entre Villa Cisneros y Cabo Blanco.

Mientras que los astilleros peninsulares, desde principios del siglo XX, se afanaban en construir barcos pesqueros de madera o de acero, primero propulsados por máquinas de vapor, y posteriormente con motores diésel, sobre todo si tenían que alejarse de la costa, en navegación de altura, los carpinteros de ribera canarios, algo menos en Las Palmas y otras islas, y principalmente en Arrecife de Lanzarote, se obstinaban en construir embarcaciones para la navegación a vela, que se destinaban a la pesca en la “Costa” de África.

Entre 1945 y 1949, en 5 años, sólo en Arrecife, se construyeron 28 veleros de más de 10 metros de eslora (todos entre diez y trece metros y medio), lanchas y cachuchos.

El término "cachucho" se empleaba en algunas islas para denominar una embarcación pequeña de pesca, pero en Lanzarote, y también en el libro que citamos, se refería a las embarcaciones, de apenas 10 metros de eslora, aparejadas de balandro (es decir con un solo mástil con mayor de cangreja, foques y bauprés) que pescaban en la costa de África. Realmente podemos afirmar que eran las embarcaciones más pequeñas que iban y venían de la “Costa” aunque en muchos casos las dimensiones eran similares a las de las lanchas costeras, que estaban aparejadas con vela latina, de las que hablaremos en otra entrada del blog.


Colección Angel Díaz Delgado (*). Balandro "El Aldeano". Folio 1147 de la tercera lista de la matrícula de Lanzarote.

Uno de esos cachuchos era “El Aldeano”. Uno más. Como casi todos fueron construidos sin motor, el alisio haría su labor de impulsarlo, plácidamente hacia el sur y de vuelta hacia casa no sin el esfuerzo de sus tripulantes, que en los cachuchos no solían ser muchos.

El carpintero de ribera de Arrecife Don Francisco Trujillo realizó y botó la embarcación en 1948. La misma tenía 10 metros de eslora, una generosa manga que rondaba los 3.31 metros y puntal suficiente para ganar barlovento contra el viento, 1.47 metros. Su arqueo bruto, escaso, 11.67 toneladas de registro.

En 1950 despachaba el barco en Villa Cisneros y en Arrecife, regularmente, y la tripulación oscilaba entre 4 y 6 personas que pescaban, como rezaban algunos documentos, a liña y a nasa. De la dureza del trabajo y de la navegación en aquella época es fiel reflejo el libro “El Rabo del Ciclón” (mi padre, en Las Palmas, me decía que una de las advertencias de aquellos años a los niños que no estudiaban era mandarlos a trabajar a la “Costa”).


Colección Daniel Rodríguez Zaragoza. Vista de Cabo Blanco desde el W. Derrotero de la Costa Occidental de África. 1947. Número 4. 

El 10 de marzo de 1953 “El Aldeano” entra en La Güera para pescar en las inmediaciones de Cabo Blanco, tenían que  acercarse a aquel militar y meridional asentamiento para ser despachados por un mes, para pescar en la Bahía del Galgo, a pocas millas de allí, pasando Cabo Blanco. Una o varias veces al año volvía la embarcación a Arrecife, normalmente siempre en verano, en julio y alguna otra vez más, la travesía duraba varios días, a veces más, a veces menos, dependiendo del viento. La pesca en la costa se desarrollaba entre Villa Cisneros y Cabo Blanco. Nadie duda que los costeros de Lanzarote eran grandes navegantes y, a modo de curiosidad, como me comentó un buen amigo de Lanzarote, a los nuevos marineros sin conocimientos previos (lo mismo se habían dedicado sólo a la agricultura) se les explicaba la maniobra del barco asimilando las drizas, escotas, etc. con cartas de la baraja, para su mejor identificación.



Archivos del Distrito Marítimo de Arrecife de Lanzarote. Rol imcompleto de la embarcación "El Aldeano". Tapa anterior y página de entradas y salidas.

Como armadores conocidos del pesquero figuran Esteban Lemes Ortiz y Francisco San Ginés Rosales, y como muchas embarcaciones canarias de la época, la utilización de la misma estuvo condicionada a la rentabilidad de las actividades que realizaba. En apenas una década los cachuchos dejaron de ser interesantes debido, principalmente, a sus escasas dimensiones y a la progresiva introducción de las embarcaciones a motor.

En 1967 pasa de la lista tercera de pesca, donde figuraba con el folio 1147, a la lista cuarta, folio 104 de la matrícula de Lanzarote como pontón sin propulsión como rezaba en el Registro de buques (“puntón” como se solía decir, embarcación que se atracaba o fondeaba en el puerto para almacenar cualquier tipo de mercancía o equipo).

En algún momento se trasladó “El Aldeano” al Puerto de La Luz para utilizarlo, al parecer, de almacén y para el transporte de basuras sólidas, una tarea muy alejada, y más triste, de aquella para la que fue diseñado.

No obstante le quedarían unas cuantas vidas más que vivir al humilde balandro, al menos a su casco, el cual, restaurado y con nueva matrícula, esta vez de Las Palmas de Gran Canaria, fue motorizado en 1973 con una máquina diésel marca Perkins de 115 HP y dedicado de nuevo a la pesca con el nombre de “Luz Divina”, siendo su base el puerto de Mogán, en el sur de la isla de Gran Canaria, volviendo a pasar al ámbito de los servicios portuarios, como embarcación de apoyo para trabajos submarinos, en 1977, con el nombre de “Dolfin”.


Colección Daniel Rodríguez Zaragoza. El Aldeano en el Puerto de La Luz y de Las Palmas en el año 2013.

Actualmente tiene su atraque en el Muelle Deportivo de Las Palmas, donde su privilegiado dueño disfruta de las bondades de su casco, estando la embarcación registrada ahora como embarcación de recreo y aunque ya no está arbolado, no tiene el mástil, ni la botavara, ni el bauprés, ni las velas, sólo una caseta central, si uno examina las formas de la carena, su roda recta, su preciso arrufo, su espejo característico, es evidente lo que fue, un orgulloso y valiente balandro  - cachucho - canario. Y que yo sepa es el último que queda. 03/06/2016. DRZ.

(*) Angel Díaz Delgado mantiene, con medios propios y sin subvención alguna, en dos salones situados en el barrio de Titerroy, Arrecife, un auténtico museo referente a la actividad pesquera en Lanzarote y la vecina Costa de África, principalmente durante el siglo XX. Dispone además de una extensa base de datos de las embarcaciones, sus características y fotos.

Bibliografía. 

"El Rabo del Ciclón". Antonio Félix Martín Hormiga. 1982. Cofradía de Pescadores "San Ginés". ISBN: 84-604-4354-X.

"Derrotero de la Costa Occidental de África". Número 4. 1947. Instituto HIdrográfico. Ministerio de Marina.  



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